El problema no es no hacer ejercicio, sino no moverse
La Organización Mundial de la Salud advierte desde hace años que la inactividad física aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, sobrepeso, ansiedad y dolores musculares. Sin embargo, el sedentarismo no solo afecta la salud física. También impacta en el estado de ánimo, la concentración y la energía diaria. Y aunque suele asociarse únicamente con “no hacer ejercicio", en realidad es mucho más simple: ser sedentario significa permanecer quieto la mayor parte del día, incluso aunque hagamos deporte una o dos veces por semana.
Por eso, el primer paso no es pensar en un gimnasio, sino en cómo romper esos largos periodos de inactividad.
Pequeños movimientos que generan grandes cambios
La clave para abandonar el sedentarismo está en los hábitos cotidianos. Es decir, en esos momentos que repetimos a diario y que pueden convertirse en aliados si los usamos a favor. No se trata de sumar grandes cantidades de actividad física, sino de integrar pequeñas acciones que, acumuladas, marcan la diferencia.
Algo tan simple como levantarse una vez por hora para estirarse y caminar un minuto puede reducir la rigidez muscular y mejorar la circulación. Caminar mientras hablamos por teléfono, elegir las escaleras en lugar del ascensor o bajarse una parada antes del colectivo son cambios que parecen mínimos, pero que ayudan a activar el cuerpo sin alterar la agenda.
El poder de los “microentrenamientos"
Uno de los enfoques más efectivos para personas con poco tiempo es incorporar los llamados microentrenamientos. Se trata de bloques de movimiento de uno a cinco minutos distribuidos a lo largo del día. Sentadillas mientras se calienta el agua del mate, abdominales isométricos mientras revisamos correos o estiramientos entre reuniones son opciones fáciles de integrar en la rutina.
Estos pequeños gestos ayudan a mejorar la fuerza, la movilidad y la postura. Además, reducen la sensación de “cansancio mental" que suele aparecer después de horas de trabajo sedentario. El movimiento actúa como un reset que mejora la claridad mental y el estado de ánimo.
Buscar actividades que se disfruten de verdad
Muchas personas abandonan rápidamente los intentos de moverse más porque eligen actividades que no les resultan placenteras. El movimiento no es sinónimo exclusivo de gimnasio. Hay infinitas posibilidades: caminar al aire libre, bailar, hacer yoga, andar en bicicleta, patinar, practicar natación o unirse a un grupo de entrenamiento en la plaza.
La clave es probar hasta encontrar algo que genere disfrute. Cuando una actividad nos gusta, deja de sentirse como una obligación y se convierte en un espacio personal, un momento esperado. Además, el disfrute es el motor principal de la constancia.